Después de un viernes de escasa actividad en los mercados, esta semana luce como muy activa en materia de informes y movimientos para el dólar y los activos principales. En la sesión asiática de este lunes se conocerá el PBI de China, sobre el cual se espera un fuerte crecimiento, que podría impulsar al alza a las materias primas.
En el mercado de divisas, el euro lidera el crecimiento de las monedas principales. La moneda única alcanzó máximos de más de un año durante varios días consecutivos, y se encamina a cubrir un gap que dejó a fines de febrero de 2022 en 1.1270. La sobrecompra que presenta la moneda única en estas horas es su principal limitante. Sin embargo, si no cede con firmeza, una probable lateralización podría convertirse en la plataforma de lanzamiento de nuevas alzas para la divisa común.
La libra esterlina no le va en zaga al euro. La moneda británica alcanzó nuevos máximos anuales la semana pasada, y la zona de 1.3200 aparece en el horizonte cercano. Habíamos mencionado en varias oportunidades que a la llegada del euro a 1.1270 la libra podría corresponderle en 1.3200, y ambas monedas están cerca de tal umbral. La libra cedió ligeramente el viernes, y su extrema sobrecompra podría forzar una baja más pronunciada el lunes, antes de iniciar un nuevo ciclo alcista.
El yen, por su parte, sigue muy volátil y pendiente de los rendimientos de los bonos del Tesoro. Estos cedieron de 5.11%, máximo de más de 15 años que tocaron en los últimos días de junio, al 4.76% en el cierre del viernes. Sin embargo, rozaron 4.60% durante las primeras horas del viernes. El yen creció en esas horas a su máximo de casi dos meses, coqueteando la zona de 137.00, para caer con fuerza y cerrar cerca de 139.00 el viernes. La moneda nipona aún está en peligro de volver a caer, aunque las cifras conocidas en Estados Unidos en las últimas dos semanas desestiman una baja como la que sufrió desde marzo hasta fines de junio.
Como se ve, es el dólar en que en definitiva está perdiendo fuerza. Los datos de empleo de junio fueron realmente buenos, pero lejos de los presentados los meses anteriores, lo cual encendió las primeras alertas de un enfriamiento del sector laboral. Los ISM de manufacturas y servicios no fueron brillantes (no lo venían siendo en los últimos meses), y las cifras de inflación del mes pasado fueron significativamente más bajos que lo esperado. La inflación subyacente, que resulta de excluir las variables de energía y alimentos, cayó al 4.8%, lejos del ideal buscado por la Fed del 2 al 2.5% anual, pero por lo visto bien encaminada. La medición general cayó al 3%, algo previsible ante el derrumbe del petróleo y el gas desde sus máximos de 15 años de junio de 2022.
Con este panorama, los mercados tienden a pensar que la Fed aumentará la tasa de interés en julio, pero se tomará una larga pausa -si no definitiva- a partir de entonces. Si bien el presidente Powell prometió seguir presionando hasta lograr que la inflación baje hasta los objetivos del banco central, la contraparte de tal presión no es gratuita: la crisis bancaria de febrero encendió alarmas. Si este sentimiento se afirma, los rendimientos de los bonos seguirán cayendo, junto con el dólar. En tal caso, el yen y el oro serán los activos más codiciados en los próximos meses.