Desde que hace poco más de dos meses Arabia Saudita anunció que haría recortes en su producción de petróleo, a razón de un millón de barriles diarios, la materia prima inició un rápido rally, que se vio interrumpido por un alza fuerte del dólar, pero que se aceleró en las últimas sesiones.
Pese a que por la celebración del Día del Trabajo en Estados Unidos los mercados globales vieron muy acotados sus movimientos durante la sesión del lunes, el petróleo logró alcanzar un nuevo máximo anual, que siguió que había tocado el viernes pasado, al cerrar el día por encima de los 85 dólares en los futuros del WTI, y rozando los 89 dólares los del Brent.
Estas ganancias del petróleo contrastan con el comportamiento de los metales principales, que se ven erráticos. El oro superó el viernes los 1950 dólares, pero no pudo con la presión del dólar, posterior a los datos de empleo de agosto. Lo mismo ocurrió con la plata y el platino. Este último a punto estuvo de quebrar los 1000 dólares la semana anterior, para caer casi 40 dólares en pocas horas, entre el viernes y la corta sesión del lunes.
La caída de los metales está en línea con el dominio que sigue ejerciendo el dólar en sus paridades principales de divisas. El euro logró superar 1.0800 en el horario europeo, para ceder ligeramente luego, manteniendo una tendencia bajista de corto plazo. La libra esterlina se mueve en forma muy similar al euro, y apenas logra acercarse a 1.2650 vuelve a caer, viendo limitadas sus chances de recuperación en estas horas. El yen, por su parte, vuelve a caer, lo cual no es sorpresa. La sorpresa la dará en forma imprevista el Banco de Japón, interviniendo el tipo de cambio del par USD/JPY.
De allí es que lo que motoriza al petróleo al alza pasa más por una cuestión de recortes de producción de los países centrales más que por las expectativas de demanda a futuro. La economía China no atraviesa su mejor momento, y tampoco lo hace la Eurozona y Reino Unido, sitios donde la palabra recesión aparece cada tanto, en momentos en que sus bancos centrales insisten con aumentar la tasa de interés para combatir la inflación.
Justamente, los máximos del petróleo impactan de lleno en la batalla de los bancos centrales frente a un costo de vida que se niega a bajar al ritmo deseado. Por ello, la medicion que excluye las variables de alimentos y, sobre todo, de energía, denominada “inflación subyacente” es la que más valoran los mercados.
Por caso, para la Fed se torna imposible manejar el precio del petróleo, que responde a cuestiones tan disímiles como los recortes de producción mencionados, la guerra entre Ucrania y Rusia, expectativas mayores o menores de demanda, entre otras. Algo similar sucede con el gas, que en los últimos días volvió a tomar impulso alcista, aunque en forma muy moderada, y lejos aún de superar los 3 dólares. El cierre del lunes encuentra a la materia prima en 2.78 dólares.
Este martes retornará la actividad normal a los mercados, y la apertura de Wall Street, a las 9:30 del este, será clave. La bolsa de Nueva York no cerró su mejor semana, ante los datos de empleo de agosto que quedaron en línea con lo esperado, pero sobre todo con el ISM de manufacturas que creció después de varios meses. Lo que deberían ser buenas noticias, son malas noticias. Oficialmente, porque se supone que si la actividad mejora, la Fed se verá obligada a seguir aumentando la tasa de interés, y generando condiciones para una recesión. Lo cierto es que, si lo hace, le quitará dinero al circuito, buena parte del cual se vuelca a los mercados.