En los mercados se producen situaciones poco explicables desde lo que debería ser la lógica que les da razón de ser: la oferta y la demanda, sin otros condimentos. En los últimos tiempos se han multiplicado las circunstancias insólitas en torno a varios activos de gran relevancia, como el oro y el yen. Se trata, nada menos, que de dos activos que tradicionalmente han actuado como refugio ante situaciones de crisis, con los inversores volcándose a los mismos hasta que la tormenta pase.
Claro que esto no es nuevo. Paradójicamente, el franco suizo, que también suele ser tenido en cuenta como protección ante crisis, sufrió un golpe en la confianza de la que gozaba en enero de 2015. Aunque las razones fueron bastante más claras y explícitas.
El Banco Nacional de Suiza había anclado al franco respecto al euro en un rango de 1.20 a 1.25 en septiembre de 2011, buscando alejar a los inversores que se volcaban a la compra de francos, en épocas de gran incertidumbre cuando el mundo salía de la crisis de 2008 y 2009. En forma imprevista, el 15 de enero de 2015, el BNS “desancló” al franco, generando una apreciación inmediata de la moneda helvética no solo ante el euro, sino ante el dólar, contra el cual comenzaba a cotizar libremente de nuevo.
Las consecuencias fueron la caída de varias entidades que estaban en contra del franco, con pérdidas totales para sus clientes y pase de manos de varios brókers minoristas, que perdieron de inmediato su valor de mercado. Después de este episodio, varias regulaciones cambiaron y se supone que desde allí no debería ocurrir algo semejante.
El franco nunca más volvió a gozar de la confianza plena de los inversores. Si bien se trata de una de las monedas principales, el lector podrá verificar la poca información que se brinda en los medios especializados sobre esta divisa, justamente porque los operadores prefieren trabajar con el euro, que durante muchos años actuó como “moneda espejo” del franco.
Lo que está aconteciendo con la onza de oro en estos días luce mucho más turbio aún. Sin noticias que lo ameriten, el oro sigue batiendo récords máximos históricos. Desde inicios de octubre, cuando se desató el conflicto bélico entre Israel y Franja de Gaza, el oro ganó poco más de 400 dólares. De ellos, 200 los ganó en marzo.
Las crónicas financieras justifican alegremente estos movimientos en la “búsqueda de refugio”, “apetito de riesgo” y términos similares. La realidad pasa por otro lado. El mercado del oro es pequeño en comparación con otros mercados, y el metal es manipulable, sobre todo en días de bajo volumen.
Los 50 dólares que ganó el oro el jueves, con el dólar creciendo, los rendimientos de los bonos del Tesoro que actúan a contramano de la onza también al alza, y el yen muy débil aparecen como un regalo que alguien se hizo a sí mismo, quitando credibilidad al resto de los inversores. Muchos de ellos habrán comprado oro en el máximo, y seguramente podrán obtener alguna ganancia. Pero convendrá avisarles que cuando el volumen de compras disminuya, quienes lo llevaron a los niveles actuales lo desplomarán sin más. Y en minutos.
El otro activo en cuestión es el yen. Una moneda siempre buscada por su solidez, acaba de tocar mínimos de 34 años en las cercanías de 152. Las autoridades de Japón (Gobierno y banco central) afirman estar listos para intervenir para preservar el valor del yen si es necesario.
Las continuas intervenciones verbales hacen bambolear al yen en su favor en movimientos de 50, 60, 100 puntos en segundos, que se revierten en pocos minutos, generando un ida y vuelta permanente que lo único que muestra es la medición de fuerzas entre los bancos que venden yenes, y las autoridades que lo hacen crecer.
No hay mercado que pueda contra un banco central si este actúa con decisión. Probablemente, por motivos políticos y por compromisos con otras entidades, el BoJ actúa como lo está haciendo. Por ahora no ha logrado más que frenar los golpes de mercado contra el yen en los niveles mencionados. Pero que sí logró con creces es lesionar la confianza de los inversores, que ven en sus gráficos una constante pelea entre bancos, de la cual son convidados de piedra.
Yendo a lo que puede suceder en las próximas horas, se espera el dato de inflación por consumo en Estados Unidos, un informe que es muy esperado por los operadores, y que probablemente tenga mayor impacto el lunes. Este viernes, por el festivo largo de Semana Santa, el efecto sobre el dólar, que llega muy fortalecido ante el euro, la libra y el yen, será limitado.
Amigos, tengan todos una excelente jornada de operaciones, y un muy buen y reparador fin de semana, nos reencontramos el próximo lunes. Hasta entonces.