La euforia no tiene fin (¿O sí?)

Las luces de la fiesta que vivieron los mercados la semana pasada y parte de la que termina por los resultados de las elecciones en Estados Unidos se apagan lentamente, y todo vuelve a la normalidad.

La bolsa de Nueva York dejó de tocar máximos históricos día tras día, y un cambio de tendencia de corto plazo enmarca el cierre de la semana en los futuros del índice Dow Jones. Algo similar ocurre con el S&P 500, el Nadsaq 100 y el menos rutilante Russell 2000.

Incluso algunas empresas están comenzando a preguntarse si fue realmente positiva la elección de Trump. Entre ellas, los laboratorios que en su hora lanzaran las vacunas contra el COVID a marcha acelerada, como Pfizer o Moderna. Sus acciones se desplomaron esta semana, al trascender que en el área de salud estará al frente un Kennedy republicano y anti vacunas.

El que no da señales de debilidad es el dólar. Sus nuevos máximos anuales ante el euro son una novedad en un año opaco para la moneda única, que no pudo superar 1.1300, y que recién quebró 1.0600 días atrás. La zona de 1.0460, precio de referencia para el euro (lo tocó no menos de tres veces en sendas oportunidades en que se encontró en problemas por crisis de la Eurozona) aparece en el horizonte inmediato.

La sobreventa del euro no parece, por ahora, ofrecerle soporte sólido. Una y otra vez intenta recuperarse, sin éxito, y la zona de 1.0820, otro precio histórico de esta moneda, aparece muy lejos de sus aspiraciones para la semana entrante.

La libra esterlina, en tanto, sigue los pasos del euro, aunque su baja es más modesta. Apenas llegó a mínimos de julio, pero su marcha bajista viene a toda velocidad, y por ahora no hay motivos para pensar en un cambio de tendencia.

Como siempre, ante el embate del dólar, el yen es la moneda más afectada. Llegó este viernes a su mínimo de mediados de julio, completando una baja de más de 1600 puntos en poco más de un mes y medio, afectado por la tormenta política en Japón, la inactividad con sesgo de complicidad del Banco central local, y los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años en Estados Unidos, cuya alza parece pronosticar inflación alta para los próximos meses. La postrera recuperación del yen, que estamos viendo sobre el cierre de la semana, no alcanza para cambiar su presente opaco.

¿Y el oro? Parece vencido, pero aún no lo está. Eso sí, si cae de 2520 dólares, habrá que desempolvar los gráficos de hace poco más de un año, cuando dejó un gap en 1830 dólares.

Precisamente, Trump está anunciando impuestos de todo tipo a las importaciones, y eso generará inflación. Su postura será complicada de digerir para los mercados: si provoca inflación, la Fed seguirá con su dura postura actual, algo que al propio Trump no le gusta. En su primer mandato, sin inflación, fue sencillo aumentar los impuestos a las importaciones. Las figuras son las mismas, pero los tiempos han cambiado, y la barrera del 3% anual en la inflación, un 50% más alta que el objetivo de la Fed, parece una roca difícil de romper.

La semana próxima tiene un calendario más bien sencillo en informes, hasta el viernes, cuando los datos de manufacturas y servicios en la Eurozona, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos de S&P Global sacudan a las monedas principales. Antes, solo los anuncios de Trump, que ya comienzan a ameritar un calendario de noticias propio como en su primera presidencia, serán capaces de mover a los pares líderes.

¡Buen fin de semana, hasta la próxima!